domingo, 29 de agosto de 2010

Leyenda interferida

- El deseo es el motor de nuestra vida.
- La vida es la interferencia de nuestros deseos.
- El arte no se construye con deseos.
- El arte es una naturaleza de repuesto.
- El que se acerca el arte maneja interferencias.
- Despertar es interferir un sueño.

Hubo un tiempo en el que un ser podía sentarse al filo de la gran roca a ver pasar el Tiempo, que entonces era como ver pasar el Espacio, sin que nada ocupara un lugar impropio. Todo era previsto y cadencia. Un ritmo lento pero implacable movía la bóveda celeste y todo lo que bajo ella habitaba, como una partitura precisa y constante.

Un anochecer el hombre sintió que bajo sus pies latía el eje que organizaba la armonía y sospechó que él también era un punto impotente del Espacio-Tiempo… Se quebró entonces aquella calma de hidrógeno.
Un golpe de orgullo fue seguramente el principio de la civilización y ese ser anónimo y contemplativo se sintió incómodo con la precisión de la maquinaria a la que pertenecía y quiso intervenir.

Primero fue un acto tímido pero poco a poco fue más osado. Tanto que otros lo imitaron, y embravecidos por la vanidad del que puede cambiar el curso de las cosas y crear otro mundo, no dejaron un solo instante de crear. Las intervenciones tuvieron tal presencia que atemorizaron a otros seres, empezaron a nacer cajas de madera en el horizonte y signos color sangre sobre las rocas. Artilugios de toda índole y material poblaron los alrededores de las cajas de vivir que se agruparon en torno a un circulo de tierra sin hierba. Las hojas de los árboles fueron sustituidas por calabazas llenas de piedras que sonaban en la noche de los vientos. Se cambió el lugar de las rocas. Los huesos de otros seres rodeaban sus cuellos. Y un rojo de fuego vino a quebrar el gran misterio de la noche. Una gran noche un ser subió de nuevo a la gran roca y vio que el Espacio ya no estaba en el Tiempo, algo los había separado. Ahora todo estaba marcado y los signos que habían cambiado el paisaje, incluso el brillo de las estrellas era menor que el fuego de la tribu. El Tiempo huía solo sin poder hacer nada para salvar al Espacio. Pronto dejaría de ser continuo y se habría de convertir en la sombra de una rama sobre una roca. Troceado durante el día y sin embargo libre por la noche. Cuando aquel ser bajó de la gran roca contó a todos lo que había visto y sintieron un gran temor que los llevó al día siguiente a abandonar aquel lugar.

Sin saberlo, al separar el Espacio y el Tiempo habían iniciado la gran cadena de interferencias que como ondas de agua llegan hasta hoy invadiendo todo el espectro razonable y sentimental. Por eso todo lo que nos rodea está interferido: El paisaje , el amor, el trabajo, los viajes los sueños, la sorpresa, el tiempo, etc.…Siempre hay un elemento que no debería formar parte, pero que se convierte en ortografía de una nueva naturaleza. En el mar, una mancha de aceite. En el bosque, un cable eléctrico. En el amor, un pasado. En el viaje, un accidente. Devenimos nosotros mismos interferencias de nuestros propios sueños y estos a la vez de nuestra vida.
Sin embargo el arte se nutre de interferencias con que construir mundos de repuesto, en un lugar del las estrellas desertaron hace tiempo.



Murcia, julio 2004

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