lunes, 28 de marzo de 2011

La niña tatuada. 5- (Olombé)

Monsieur Amadou cambió de indumentaria nada mas llegar a Nmopte. Una camisa ancha, por las rodillas, y un pantalón estampado con grandes dibujos geométricos marrones y verdes. Aún siendo una prenda popular, su calidad era superior a las que llevaban los otros hombres del pueblo. Parecía una persona querida ya que todos lo saludaban por la calle y hasta llegaban a la casa para hacerle las consultas más dispares. Pablo dejó los pollos sobre la mesa de la estancia principal que servía también de cocina. Mahiya, la cuñada de Monsieur Amadou, apareció envuelta en un kekoe rojo con el que sujetaba el bebé a su espalda, cogió los pollos y salió por la puerta.
- Desde que mi hermano murió procuro que no les falte de nada y tampoco a mis padres que viven cerca. Ella duerme en su casa para no estar sola con la niña.
- Comprendo…
- ¿Qué les ha parecido el pueblo? Preguntó amablemente Monsieur Amadou. No es muy grande pero hay todo lo necesario para vivir. Si quieren darse un baño tienen un río a quince minutos andando hacia el este, el agua está limpia y no es muy profundo. También pueden coger mi coche.
- Gracias…
- Hay que evitar el amanecer y el atardecer, por los cocodrilos que salen a comer. Si llevan a algunos niños ellos les dirán dónde y cuándo es más adecuado bañarse.
- Si, está bien…
Lorena mantenía en su retina la imagen tatuada de la muchacha. Realmente no podía recordar sus rasgos exactos pero veía cómo las líneas verdosas atravesaban su cara y su pequeños miembros “… No me gusta el silencio de su expresión, ya lo he visto otras veces, además hoy tampoco se ha maquillado… Deberíamos irnos de este pueblo antes de que tenga otra crisis, lo de esta mañana la ha trastornado…” De la calle entró el sonido de un aleteo y un piar frenéticos. Mahiya entró con las aves sacrificadas colgando de su mano y Lorena siguió con la mirada la trayectoria de aquella mujer con su carga de vida y muerte. Entonces inició un profundo suspiro que acabó en un golpe de tos, tras el cual rompió a llorar con un llanto profundo. Su ojos se llenaron de lágrimas y su mirada se perdió por las paredes. Pablo intentó abrazarla pero ella escabullía la cabeza de entre sus brazos para seguir un punto imaginario, como si alguien estuviese ante ella. Los espasmos aumentaban ahogándola de tal manera que empezó sollozar, mientras apretaba con fuerza su vientre con las manos y un denso sabor a queroseno volvió a impregnarle la garganta. Pablo, envolviéndola con su cuerpo la arrastró con fuerza hacia la habitación que ocupaban en la casa.
- No sé que le pasa, está muy afectada. Disculpen esta situación…dijo Pablo entrando de nuevo en la estancia.
- No se preocupe, siempre es mejor así. La sabia amarga de un árbol debe salir cuanto antes por la herida. Su esposa es una mujer muy sensible, quizá ha visto algo que la ha impresionado. En África hay cosas con las que ustedes no están familiarizados ¿Qué ha sucedido esta mañana?
- No, nada importante. Estuvimos dando un paseo, después fuimos al mercado… Bueno pasó algo que… no se, nos inquietó… Pablo contó a Monsieur Amadou lo que habían visto en aquella casa.
- Es la primera vez que oigo hablar de esa muchacha, desde luego no es de aquí. Conozco a esa familia y sólo tienen hijos varones. Voy a ver qué sabe Mahiya de este asunto, usted vuelva con su mujer, nos vemos a la hora de comer.

- Esta es una especialidad de mi madre, pollo asado con puré de higos y arroz. En mi casa hay una gran higuera bajo la que se sientan los viejos de la calle para hablar. Creo que es la mas grande del pueblo. ¿Quieren cerveza? Aquí tenemos algunas variedades que no están mal.
- Yo si, gracias. Pablo acercó su vaso. Lorena ¿tu quieres un poco?
- No. Prefiero agua… No te preocupes estoy bien.
Mahiya trajo unas tortas de harina recién hechas envueltas en un trapo y las dejó sobre un plato de cristal en el centro de la mesa. Después se despidió con una sonrisa.
- Cojan una, pero no se quemen, aún están calientes.
- ¿No come con nosotros? Preguntó Lorena mirando hacia la puerta.
- No. Ella come con mis padres así les ayuda en la casa. El sábado por la noche hay una gran fiesta en la puerta, tienen que venir. Mi padre celebra todos los años la llegada del verano, él piensa que es la mejor época del año.
- Monsieur Amadou ¿Qué ha averiguado de la muchacha tatuada?
- …Bien, Mahiya me ha contado la historia. Por lo menos es lo que le ha dicho Madame Ohunma, la mujer con la que vive. La chica venía en un convoy militar que pasó hace cosa de dos meses, la llevaban hacia el norte de donde procedían la mayoría de ellos. El caso es que fue raptada siendo niña y vendida a la guerrilla como niño soldado. Al principio nadie se percató de que era una chica, pero cuando se descubrió tuvo que aguantar la violación sistemática de los guerrilleros e incluso de otros adolescentes raptados como ella. Después fue canjeada por armas y llevada a la frontera para combatir al otro lado, parece que es muy diestra con el Kalasnikov y que nunca se separa de él. Allí siguieron las violaciones y estuvo combatiendo seis años. Una noche con una granada de mano hizo estallar varios vehículos y mientras los guerrilleros intentaban apagar el fuego se escapó. Estuvo andando durante diez días hasta que cruzó de nuevo la frontera y en su huida mató a varios de sus perseguidores. La encontraron ya medio muerta y delirando, esa es una zona montañosa llena de animales peligrosos. Entonces se sumó al convoy.
- ¿Y los tatuajes? ¿Porqué? Tiene por todo el cuerpo. Dijo Lorena.
- Los soldados le contaron a Madame Ohunma que cuando los guerrilleros descubren a una mujer entre sus filas, suelen tatuarle el cuerpo para marcarla y que no pueda volver a su pueblo por vergüenza, así se aseguran de que no escapará. Esa es una tradición antigua de algunas tribus guerreras del sur.
- Pero esos tatuajes no parecen significar nada, son simples líneas, textos confusos y dibujos torpes. No tienen sentido.
- Antiguamente solo tatuaba el guerrero mas viejo y experimentado, había una serie de signos propios para cada tribu. Ahora los hacen jóvenes guerrilleros cuando están borrachos, ya han perdido toda referencia ritual. Ellos también fueron sometidos a humillaciones cuando se alistaron así que repiten las mismas prácticas. Solo es una excusa para ejercitar su crueldad y divertirse. Así son las guerras en África.
- ¿Y porqué se quedó aquí?
- Madame Ohunma es una buena mujer. Cuando vio a la chica le ofreció quedarse con ella, ya que una vez que llegara al destacamento los soldados no podrían acogerla. Ahora ayuda a cuidar de los animales, dice que es muy dulce y que habla poco, pero que no hay manera de que deje el arma.
- ¿Mahiya le ha dicho como se llama la chica?
- Se llama Olombé.

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