lunes, 6 de septiembre de 2010

Entrevista (Ana García Alarcón)

viernes 26 de diciembre de 2003.


Ana.- ¿Qué antecedentes hay en tu familia en relación con el arte?

Ángel Haro.- Por un lado cuando era pequeño vivía en Paris, éramos emigrantes, en los 60 muchas familias españolas eran emigrantes. Mi padre trabajaba en una fabrica pero tuvo relación con el mundillo artístico parisino, digamos amateur y empezó a pintar en Monmartre. El típico pintor de calle y yo me iba con él los domingos. Él siempre fue muy creativo, aprendió forja en su infancia en el Albaicín de Granada y su vena artística la canalizó en París y a través de la pintura. Jugaba a ser impresionista al rebufo de lo que había sido París y yo me crié en ese ambiente, luego la visita a los museos: el Louvre, el museo del hombre, el Jeu de Pomme, etc...

A.- ¿Y de pequeño te gustaba ir a los museos? Porque a los niños no les suele gustar.

A.H.- A mi me encantaba. Hay algunos cuadros que se quedan en la cabeza y que son una referencia durante toda tu trayectoria y muchos de ellos vienen de la infancia, de los museos. Recuerdo un cuadro de Jacques-Louis David en el Louvre: “la coronación de Napoleón” que es para mi un cuadro emblemático y que me ha seguido toda la vida.

A.- ¿Cuáles han sido tus inquietudes desde niño con respecto al arte y a lo que te rodeaba?

A.H- Siempre me ha gustado del arte su capacidad de generar otro mundo que no fuera el real, para mi eso es lo más grande que tiene. Por eso no me interesa mucho el arte que insiste sobre lo cotidiano, yo lo llamo arte - noticia. Me interesa mucho mas la capacidad evocadora y de liberación que tiene, y aunque ese no es un criterio muy compartido yo sigo trabajando en esa línea. De pequeño me gustaba mucho encerrarme solo en una habitación durante largas horas y no necesitar a nadie. El arte me ha ofrecido muchas cosas, en cada época me ha ofrecido una diferente, una de esas cosas ha sido la posibilidad de vivir la soledad con total satisfacción.

A.- ¿Es verdad que a los artistas os basta con lienzo y una habitación?

A.H.- Es que un cuadro es mucha gente. Cuando te pones a pintar, conforme vas avanzando son muchas cosas las que aparecen y que te llaman. Cosas que tú traes del pasado, cosas que conocías, cosas que acaban de llegar y cada una pertenece a alguien o a algo. Realmente no es una soledad absoluta, digamos que es como leer un libro. El arte es una manera de estar sólo y con la gente que te interesa a la vez… bueno a veces con la que no te interesa, porque también aparecen cosas que no quieres.

A.- ¿Qué estudios has realizado?

A.H.- Digamos que soy autodidacta en el sentido de que no he pisado una facultad de Bellas Artes. Es algo que a veces he echado de menos pero con el tiempo no me parece muy importante. He estudiado delineación industrial y justo cuando iba a hacer ingeniería, que era mi pasión porque la mecánica me gusta mucho, (yo era un enamorado de los coches, las motos, las carrocerías…) y en ese momento opté por seguir pintando. Pero mi gran aprendizaje ha sido visitar todos los museos que he podido por el mundo, todos los estudios de artistas, y todas las exposiciones. Esa es mi carrera, lo demás es circunstancial.

A.- ¿Como decidiste pasar de unos estudios técnicos a las artes plásticas? ¿Cómo ese cambio?

A.H.- No creo que sea un paso tan grande. Yo considero que los que han dejado de pintar son los demás. Los pintores somos los únicos que no dejamos nunca de pintar porque de niño todo el mundo pinta y luego hay un momento en la que lo dejas o continúas. El paso reañlmente lo dan los demás, la elección de abandonar el dibujo. Cada rama del arte recoge el testigo y es el recordatorio del niño que fuimos o somos. El actor es aquel que no deja de actuar, el musico es aquel que no deja de cantar, todos de pequeños somos artistas y al final continuas y ya está. Yo lo veo así, le vas recordando a los demás que eso ha existido en sus vidas.

A.- ¿Consideras la fotografía un arte?

A.H.-Si, desde luego. Para mi las herramientas no son importantes, lo importante es la capacidad de expresar. No me fascina la herramienta en si mismo, como por ejemplo ahora todo lo digital. Parece como si los ordenadores tuvieran alma. Un ordenador sin una emoción que lo maneje no es nada. Considero la herramienta como un vehículo para hacer cosas y la fotografía es un vehículo, la gente que es artista es artista con una cámara de fotos o un lápiz. Cuando yo veo una obra en la que es muy evidente la técnica siempre me pongo en guardia, me parece que cuando no tienes nada que decir normalmente te escudas mucho en la técnica.

A.- Si, porque hay artistas que tienen muy buena técnica pero trasmiten muy poco…

A.H.- Es que la clave del arte no esta en la herramienta que lo realiza. La clave para que una pieza te toque tiene que ver con cosas que no pertenecen a la técnica con que esta hecha, pertenecen a otro campo. Me cuesta definirlo, pero desde luego sé cuando pasa. Es algo difícil de describir pero muy concreto cuando lo ves.

A.- ¿Qué influencia has tenido del medio que te rodea, que luego reconozcas en tu obra?

A.H.- Un buen campo de aprendizaje es el viaje. El viaje, el conocimiento de otras cosas, enfrentarte a otra manera de sentir. El viaje físico o mental, no tienes que irte muy lejos para sufrir ese shok, ¿no? Me interesa mucho ponerme a prueba, ver como reacciono en otras situaciones. A lo mejor tiene que ver con mi instinto nómada. Es mi trabajo, el nómada es alguien que tiene que estar constantemente en tensión, continuamente aprendiendo y respondiendo a ese aprendizaje. El habitante sedentario mecaniza sus hábitos y llega un momento en el que no piensa lo que hace, sino que lo hace por costumbre. El nómada tiene que estar siempre reciclándose y para mi un artista es un nómada, un nómada de sentimientos y de momentos.Tu vas andando y tienes que reaccionar frente a todo y esa reacción son los cuadros o las esculturas o lo que sea, digamos que las obras de arte son la huella del nómada.

A.- Dentro de la evolución de tu obra, ¿Cuáles han sido los momentos que mas te interesan?

A.H.- Hay unos mas que otros, lo que pasa es que yo distingo entre dos cosas: lo que me gusta y lo que me hace crecer, son cosas distintas. Lo que me gusta son normalmente es mas placentero. Pero a veces me han hecho crecer cosas mas complicadas, mas dolorosas y menos vistosas. Y estoy muy agradecido a esas piezas, a esos momentos. Luego hay otras que funcionan muy bien. Son como las personas, hay piezas que enamoran y no sabes porque, tienen algo que a todo el mundo le gusta. No siempre son las mejores, han aparecido de una forma muy tonta y no tienen mayor importancia para mi y otras veces coinciden las dos cosas, algo que me ha costado, que me ha enseñado y además ha funcionado. El éxito de una pieza es completamente incontrolable.

A.- Claro, porque supongo que pintarás para ti…

A.H.- Me remito a una frase de Mark Rothko que decía: “la pintura no habla de una experiencia, es una experiencia”. Y para mi es importante que haya una experiencia durante el proceso del cuadro y esa experiencia no puede estar pendiente del publico. Es como si en pleno viaje estás pensando en el momento en que tus amigos van a ver las fotos. Así no puedes experimentar el viaje, a parte de que luego enseñes las fotos, pero así difícilmente podrás transmitirlo. La pintura es una forma de trasmitir, tú has hecho un viaje y lo marcas en un diario, ese diario si es bueno y está bien construido transmitirá con más fidelidad como ha sido el proceso.

A.- ¿Cómo diste el paso de la figuración a la abstracción?

A.H.- Es que no veo paso, no hay paso. Creo que hay una equivocación. Se llama figuración a lo que es narrable, a lo que puedes contar con palabras y en ese sentido no me gusta asociar el abecedario del arte con el de la literatura porque creo que son campos distintos, que se pueden complementar pero que no tienen porque superponerse. Me niego a pensar que cuando algo no se puede contar con palabras es abstracto y cuando se puede contar es figurativo. Ahora mismo sigo haciendo paisajes, lo que pasa es que no le pongo casitas ni arbolitos. Sí estás en medio de una llanura con niebla y te pones frente a eso, lo que estas viendo es real, es un paisaje real. Si lo fotografías es una fotografía abstracta desde el punto de vista del espectador y es algo completamente real desde el tuyo. Trabajo sobre esos campos sensitivos. Hay paisajes sensitivos, hay paisajes hasta cuando cierras los ojos. Yo trabajo esos paisajes.

A.- ¿Me puedes hablar un poco de las escenografías que haces?

A.H.- Es algo diferente. Ten en cuenta que en una escenografía lo que tienes que hacer es construir un espacio para que el actor viva dentro, no es lo mismo que un cuadro, un cuadro es autónomo. La forma de vivir un cuadro es mental, la forma de vivir una escenografía es física y aparte la escenografía es un elemento mas, no es todo. Tienes que tener en cuenta que lo que estas haciendo es una especie de soporte para que pase algo que no controlas tu. Es un trabajo que me gusta porque es lo contrario a la soledad o la individualidad del artista. Es un trabajo en equipo, tienes que consensuar a mucha gente para que eso se lleve a cabo. Ahora he hecho una escenografía para una ópera y han trabajado en ella unas 40 personas. Es otra manera de trabajar porque ya no estás tu sólo con tus decisiones, sino que tienes que tener en cuenta matices personales de gente y es otra historia, pero vamos, a mi me interesa mucho. También es la oportunidad de crear cosas donde puedes subir y andar por ellas.

A.- ¿Cómo fue la unión con Paco Rabanne en la que llevabas la dirección artística de sus diseños?

A.H.- Eso fue a petición suya porque él hizo los trajes pero cuando vio la escenografía le gustó la estructura y me propuso intervenirlos con el mismo grafismo. La idea era sintonizar el vestuario con la escenografía. Ten en cuenta que una ópera se trabaja desde la evocación y el vestuario normalmente no es de andar por casa. Depende que tipo de ópera y en esta hacía falta algo que fuera muy simbólico. Bueno, me lo pidió y yo encantado y creo que ha sido una buena experiencia. Es mucha responsabilidad, tienes que estar haciendo trajes para 20 personas y cada persona tiene un papel.Tienes que interpretar ese papel a través de tu trabajo y que cuando esa actor salga a escena se intuya que personaje representa, ahí te pones al servicio de la historia.

A.- ¿Qué proyectos tienes?

A.H.- Bueno, siempre tengo proyectos. Lo que pasa que he aprendido que los proyectos son cosas que suceden. El proyecto tiene una primera fase cuando lo piensas, es el deseo de hacer algo, pero luego hay que consensuarlo con el mundo, con el tiempo, con el dinero, con muchísimas cosas. Prefiero manejar la idea de la bola de nieve: tú la lanzas y hay unas que ruedan y otras que no y no crecen. La que no rueda no soy partidario de empujarle mucho tiempo, tal vez lo justo. Porque cuando no succede es porque no tiene porqué succeder y luego hay otras que ruedan solas.Por ejemplo, el proyecto con Paco Rabanne empezó siendo una cosa pequeña y se convirtió en una muy grande y ni siquiera el director de la ópera fue responsable de lo eso. Fue un cúmulo de cosas que hicieron que creciera y bueno. Pero eso creo que hay que dejar que suceda de una forma natural.

A.- ¿Qué encuentras mas gratificante dentro del arte en general y en particular del tuyo?

A.H.- Para mi lo mas gratificante es “la isla”. El momento de construcción de la pieza en el estudio. Esa burbuja, para mi es lo mejor de todo. Luego hay un proceso mas profesional que hay que hacer, porque al final es tu trabajo también: el enmarcado, la catalogación, la exposición, el transporte, la feria de arte, etc… y asumes que tienes que estar ahí. Pero el mejor momento es cuando esta sucediendo la pieza.

A.- ¿Prefieres el formato grande?

A.H.- Bueno, es un formato muy satisfactorio por una cuestión física, porque no es lo mismo mover la mano sobre un espacio que mover un cuerpo sobre un espacio. Moviendo el cuerpo te sientes mas en contacto con la obra. Aunque hay cosas pequeñas que tienen una gran belleza, son distintas, es como la belleza de un cachorro de tigre o de un tigre adulto, son diferentes. Tampoco vale eso de que como te ha salido una cosa muy interesante en pequeñito intentar transportarlo a grande porque la experiencia es muy distinta, a mi no me sirve nunca, prefiero adoptar la aptitud necesaria en cada momento, adaptarme a eso.

A.- Alguna obra que te haya gustado mucho ¿la has vuelto a repetir?

A.H.- Eso es un error de principiante, intentar hacer “hermanitos” a los cuadros. Eso no funciona porque el segundo siempre es falso, las cosas no suceden así. Es como vas a una ciudad y lo pasas muy bien e intentar volver a ella para repetir la experiencia. Ya no es igual. Ya no lo intento, no es una buena manera de trabajar.

A.- ¿Cómo se valora tu obra fuera de Murcia? ¿Y fuera de España?

A.H.- Siempre he sido bien recibido, sé que no tengo una obra arrolladora en el sentido de provocadora, ni lo pretendo. Soy mas de goteo, sé que mis piezas van calando y gente que me ha comprado un cuadro pasado un tiempo me ha dicho: ¿sabes que el cuadro al principio no lo tenía muy claro y ahora no me podría deshacer de él? Prefiero esa sensación de calar. Desde siempre escucho jazz y el jazz es eso, la primera vez que escucho un disco me parece mas o menos bien, pero no me entusiasma y los grandes discos de mi vida son discos que he oído mucho y que me han ido metiendo en un viaje que yo desconocía, prefiero esas obras.

A.- ¿Dónde te ha gustado más exponer?

A.H.- Depende de cada situación, hay veces que dices: “esta exposición va a ser fantástica por el sitio, por la repercusión etc…” y luego te quedas un poco insatisfecho, y otras en sitios mas pequeños contra pronostico recibes unas satisfacciones que no esperabas. Exposiciones que recuerdo con cariño… por ejemplo la que hice en el 91 en Cartagena: “Mambo Norte”. Por una serie de circunstancias muy personales se convirtió en una exposición especial para mi y el sitio no es especialmente bueno. La exposición de Verónicas:”El futuro fue ayer” también por una serie de cuestiones personales, aunque tuvo mucha repercusión y con un buen catálogo, me dejó un sabor un poco amargo.

A.- ¿Qué opinas del papel en Murcia con respecto al arte contemporáneo?

A.H.- Hay una estandarización en el arte contemporáneo y Murcia también está llegando a esa estandarización, pero hay bastante movimiento. No me parece que haya una carencia, sin embargo te tienes que ir porque pienso que un artista se tiene que ir aunque viva en Nueva York. No hay un lugar que sea el sitio de los artistas, otra cosa es el sitio del mercado. Seguramente Nueva York es el sitio del mercado del arte mundial. Madrid es el sitio del mercado del arte español, pero hay artistas que están trabajando en sitios recónditos con una obra fantástica, no siempre van de la mano. Y Murcia…pues la verdad es que vivo en Murcia pero salgo mucho, entonces no noto esa presión, la notaba cuando era joven y por eso me fui a vivir fuera. Es un buen sitio para vivir y poco mas. Hay buena temperatura todo el año, te puedes comprar o alquilar un estudio abuen precio y como tienes internet, aviones, trenes, y la posibilidad de ver cosas…. Antes era mas difícil, los artistas que estaban aquí para ver algo tenían que viajar varios días, ahora estas en París a 3 horas desde la puerta de tu casa y por internet en 10 segundos, es muy distinto.

A.- De los premios que te han dado, ¿Cuál te ha sorprendido más y cual has sido más importante para ti?

A.H.- A mi no me han dado muchos premios, será porque no he concursado mucho, pero bueno, si que lo he hecho. Me ayudó mucho la beca que me dieron en el 89, fue la beca de artes plásticas de la Comunidad Autónoma de Murcia. Vivía en Madrid, estaba justo de dinero y me ayudó a hacer una obra que considero un punto de arranque importante: “Robín de agua”. Luego han habido premios que me han salvado personalmente en momentos en los que tenia poca fe en lo que estaba haciendo y de pronto el reconocimiento de algo la devuelve. Por ejemplo, el premio de escultura de la Bienal de Murcia del 94 fue importante porque me hizo salir un de un momento muy bajo.

A.- ¿Qué predilecciones tienes por el arte?

A.H.- En ese sentido soy muy promiscuo, me gustan muchas cosas. La verdad es que cuando voy a un museo soy buen espectador, desde el arte primitivo hasta la última vanguardia. Me encanta la arquitectura…para mi hay dos disciplinas fuera de las artes plásticas que me ayudan mucho a trabajar, una es la música y otra es la arquitectura. A parte de eso me inspira mucho, el romanticismo, sobre todo el alemán, todo el expresionismo, el expresionismo abstracto americano. El pop no me interesa mucho. Me parece simpático pero no me alimenta, no es que lo desprecie porque lo disfruto. Andy Warhol me parece freco pero poco mas, sinceramente. Sin embargo delante de un Pollock o de un Rothko se me saltan las lagrimas, Paolo Ucello me emociono mucho me parece impresionante. Creo que hay mucha sorpresa en su trabajo, sorpresa desde él mismo. De todas formas me interesan los artistas que han sido capaces de abrirse un camino entre la maleza a “machete”. Del arte contemporáneo, hay artistas soberbios como San Scully, Robert Rauschenberg me sigue impresionando por su capacidad de trabajo. Miró para mi es el gran poeta visual del siglo XX. Y luego tengo fobias, por ejemplo Dalí, no me interesa nada. Dalí me parece una cosa bastante tonta. Supo hacer un buen personaje de sí mismo pero su obra no me dice nada, me parece un ilustrador bastante flojo. Cuando me pongo delante de un cuadro suyo siempre me parece un mal decorado. Picasso es un personaje curioso, porque me interesa mucho pero no me emociona, creo que es un artista excesivamente inteligente para emocionarme. Le reconozco toda la inteligencia del mundo, pero es que la inteligencia no es lo que mas me emociona del arte.

A.- ¿Qué es lo que más te emociona?

A.H.- Me emociona la capacidad de construcción de una nueva realidad, a veces a pesar de si mismo. Por ejemplo Van Gogh es un pintor que no sé hasta que punto es consciente de lo que esta haciendo, es algo que me impresiona. Pero un pintor mucho mas lúcido que Van Gogh que es Gauguin, y sin embargo no es tan emocionante quizás porque es mas consciente de lo que hace. El arte no es un problema de entendimiento, de razón, de orden o de inteligencia, los problemas del arte son muchísimo mas inaprensibles. Me interesan los artistas que son capaces de reaccionar frente a la falta de control, en definitiva los artistas que son capaces de ordenar su caos personal con bastante imaginación. Para mi la imaginación no es una herramienta que sirve para construir una pieza, es una herramienta que sirve para salir de ella con dignidad y Picasso es un pintor que siempre sabe lo que va a hacer, no es una persona con dudas. Me gustan mucho los artistas con dudas y con errores, me gustan los artistas mas humanos.

A.- Si se quemasen todas las obras de arte del mundo, ¿Cuáles salvarías?

A.H.- No sé, hay tantas….Salvaría la isla de los muertos de Arnoldo Bucklin, salvaría cualquier cuadro rojo de Rothko, salvaría los lirios de Van Gogh por ejemplo y salvaría… salvar algo más contemporáneo…la biblioteca de Anselm Kiefer, y luego mis cuadernos.

A.- Deben de tener tus cuadernos un valor muy especial para ti…

A.H.- Si, es el lugar donde han sucedido muchas cosas antes que en los cuadros. Es algo que no se ha hecho para exponer, pero es mi trabajo más personal, íntimo y natural y le tengo un cariño especial.

A.- ¿Qué te parecen los audiovisuales?

A.H.- Me interesan mucho y siempre que he podido he trabajado y sigo trabajando con esas cosas, lo que me preocupa es el de fanatismo que hay en torno a ellos, ese excesivo enamoramiento de las técnicas. Yo me he criado entre maquinas y soy de formación técnica, así que le tengo el respeto justo a los aparatos. Quizá porque estoy muy acostumbrado a ellos y sin embargo veo que hasta las mentes mas lucidas se obnubilan con ellos. Para mi la máquina es un esclavo a mi servicio y punto, y si no es un esclavo no me interesa. Yo soy muy fascista con las máquinas y me gusta utilizarlas cuando y como me interesa a mi, pero no cuando le interesa a ellas. Veo demasiado actualmente sometimiento en el arte. Mi ultima exposición la he producido pasando por un programa informático, ahora estoy haciendo una serie de grabados que han sufrido un proceso digital, hice video cuando no se llamaba video creación ni nada y luego he trabajado mucho en cine. He participado en largometrajes, conozco el medio bastante bien, y manejo con facilidad cualquier cámara de video y ciertos programas de montaje digitales. No es que no me guste, me escandalice o lo rechace, pero no me gusta sentirme controlado por ningún aparato, por lo tanto no voy a dejar de usarlas como simples herramientas al servicio de lo que yo quiera construir.

A.-¿Qué opinas de ARCO?

A.H.- A mi me parece bien, tampoco me asusto y con algunas cosas disfruto, otras cosas son simpáticas. El problema esta en mostrarlas como algo mas de lo que son. Siempre que estoy delante de una pieza o de alguien soy muy egoísta, necesito que me aporte algo y si no me aporta me dedico a otra cosa. Yo no dedico mucho tiempo en pensar si me están engañando o sino, porque la gente se enquista con eso, cuando algo no me interesa me voy a tomarme una cerveza que me aporta mas y ya está. Una buena comida o una siesta me puede interesar mas que un cuadro, no estoy obligado a consumir arte. La gente se siente obligada a ir a ARCO, hay una inercia social, pero no hay por que ver y conocer. A veces voy al cine y me levanto a mitad de película y me voy, bueno, últimamente mucho. Pero sin enfado, sino porque considero que estoy perdiendo el tiempo. A lo mejor es un error mío porque no he sabido ver, pero si me pasa, me pasa y punto. Hay que entender que ARCO es una feria y las ferias son eso: ferias de galerías no de artistas. ARCO lo veo normalmente en tres horas y me basta. Es como entrar en un museo, cuando voy al Prado no lo veo todo, veo un par de salas y me voy. Creo que no es bueno saturarse, el arte hay que consumirlo así, además tiene que ser algo que aparece en tu vida. No todo el arte está en los cuadros ni en las esculturas. Hay necesidad de que los artistas nos den claves para vivir y hay que tener en cuenta que el artista no es la persona mas sensible del mundo, es una persona que tiene cierta capacidad para traducir emociones.

A.- ¿Qué opinas del mercado del arte? Hasta que punto te influye eso en tu obra.

A.H.- He aprendido a vacunarme, no digo que no me influya, pero he aprendido cuanto menos pienso en él mejor me va. Creo que el mercado del arte es un poco “puta” y necesita cosas que no pueda controlar, por eso cuando se habla de nuevos comportamientos del arte… pero bueno, nunca hay nuevos comportamientos en el arte. El arte se comporta de una forma bastante parecida desde el principio pero siempre corresponde a las necesidades del mercado y normalmente a los artistas que mejor les va es a los que trabajan ajenos a esa estrategia. Hablo en términos creativos, naturalmente. El arte necesita sorpresas y las sorpresas no aparecen nunca cuando te predestinas para ellas. Ahora todo está muy pervertido por comisarios y teóricos. Creo que los teóricos han construido una gran bola en torno al arte y ha llagado un momento en el que lo único que necesitan son obras que asistan su tesis. Me parece bien que alguien quiera hablar de arte, creo que es necesario, pero cuando lo que quiere el comisario o el critico es que tu construyas piezas que adornen su razón no me interesa ayudarles para nada. Hay hipertrofia teórica en el arte, una hipertrofia que además ha llegado a contaminar a los artistas de forma que muchos de ellos sólo se dedican a ilustrar los textos teóricos.

A.- ¿Qué dependencia crees que existe entre los historiadores del arte y los artistas? Ambos se complementan pero cada uno tiene una función diferente…

A.H.- Si, estoy de acuerdo en eso, lo que pasa es que se ha complicado mucho esa relación. Vamos a ver, tu ahora estas estudiando Historia del Arte y me imagino que lo que te interesa es hacer un estudio del comportamiento artístico y el que estudia Bellas Artes lo que quiere de alguna forma es ser artista y pasar a esa historia del arte. Digamos que hay una doble necesidad, tu necesitas a algunos de los que están estudiando Bellas Artes y ellos te van a necesitar a ti en el futuro. Eso va a ser inevitable pero dentro de esa relación también hay una dependencia, y esa dependencia genera cierta violencia. De todas formas te daré un consejo si me permites: cuando estudies historia del arte o estudies un artista intenta averiguar no sólo la parte biográfica, intenta preguntarle al artista ¿Que ha pasado durante esos procesos íntimos? Porque ahí hay muchas claves. Un momento azaroso en el estudio, el cambio de una canción en la radio, un cambio de temperatura, una llamada teléfonica pueden crear un cambio mayor que un hecho completamente cotejable sobre esa obra, y eso los artistas no te lo van a confesar fácilmente porque pertenece al proceso. Uno de los grandes errores de la critica de arte y de la historia del arte es no atender a los procesos sino atender al contexto teórico.

A.- Pero hay cosas que son muy íntimas y da reparo preguntar.

A.H.- Pero tienes que bucear ahí.

A.- Tus hijos ¿en que sentido han influido en tu obra?

A.H.- Eso influye a todos. El día que tengas hijos será una influencia bestial y ¿como lo traducirás? no lo sé, pero lo traducirás de alguna manera. Es inevitable, hay cosas a las que la gente no asiste, por ejemplo: el encuentro de un material nuevo por la calle que puede que cambie toda tu obra. ¿Y eso como lo controlas desde el punto de vista histórico? No lo puedes controlar, sin embargo, si lo puedes reseñar, lo que pasa es que a veces hay pudor en reseñarlo… Gombrich es de los pocos historiadores que es capaz de relacionar esos procesos intimas y físicos con los cambios de estructura en los artistas porque que tiene un gran conocimiento del arte desde el taller, del olor del material, desde lo físico. Dice por ejemplo: que la pintura es hija de dos padres que son la cocina y la escritura. La escritura en cuanto a lo simbólico, a los pictogramas que deben ser descodificados y la cocina a la materia, la pasta, el aceite, a la contemplación de fusión de los materiales y de la vida, como es mirar el fuego. En ese proceso tan físico y tan directo y tan primitivo se generan ideas necesarias para una obra. Si dejas encima de la mesa un chorro de miel no puedes dejar de mirar como se instala, que color tiene… ahí suceden muchas ideas, en ese momento, mucho mas que en el pensamiento objetivo. Muchas veces a la critica se le escapa, pero es real y la critica lo evita porque es un campo muy difícil de coger. Los críticos o los historiadores que logran decir algo que aclare ese momento es gente que están mas cerca de la verdad que los otros, por lo menos para un artista.

A.- ¿Qué opinas de los críticos que no se informan debidamente a la hora de escribir sobre un artista o sobre una obra?

A.H.- Hay criticos tienen la intuición suficiente para poder hablar y no necesitan documentarse tanto. Estoy pensando en Baudelaire, en Gombrich, en Benjamín… en muchos poetas que saben ver un cuadro y leerlo y saber lo que ha pasado durante ese transito de la construcción del mismo. Para eso hace falta haber vivido. Si no tienes esa intuición porque no has estado cerca del artista o no has estado cerca de procesos artísticos entonces necesitas documentación. Me gusta mucho la gente que ha olido a pintura y se ha manchado con los artistas o que ha ayudado a cargar los cuadros en una furgoneta, en esos sitios se aprende mucho sobre arte.

A.- Arthur Danto en su teoría anuncia el fin del arte, ¿Qué opinas al respecto?

A.H.- Que me hace mucha gracia, esta muy bien como argumento teórico. Mientras deciden si el arte ha acabado o no, los artistas vamos a seguir trabajando. Eso es como decir el fin del amor, el fin de las guerras… ten en cuanta que son constantes del ser humano. El día que acabe el arte seguramente será porque han tirado una bomba atómica y entonces ya ni arte, ni amor, ni odio, ni nada. Me parece que como juego es bonito y gracioso, es como una especie de bucle que sirve para hacer congresos y conferencias y tal vez como activador de la mente para pensar. A mi no es que no me interese si el arte acaba o no, es que antes de gastar mucho tiempo pensando en eso prefiero estar pintando un rato. Aparte hay un error, el arte no es como la ciencia que va evolucionando y cada vez se llega a mas conocimientos, el arte no es un proceso evolutivo. El arte es algo que tiene los mismos problemas sin resolver que cuando empezó hace miles de años y no los ha resuelto porque cada artista es distinto. Cada persona necesita responderlas personalmente, a mi no me sirva la experiencia de Van Gogh, puedo admirar su obra pero no me sirve su experiencia, por lo tanto tengo que recorrer otra vez su camino.

A.- Imagino que cada uno tendrá su propia experiencia.

A.H.- Claro, es como el amor. Como si porque se ha enamorado media humanidad yo no puedo enamorarme. Si bastara con la experiencia del primero a ninguno nos volvería a pasar. El arte es eso, tú necesitas volver a esa experiencia, el niño vuelve a hacer lo que ha hecho su padre porque necesita vivir en su carne, al padre le parecerá una tontería porque él no necesita volver a vivirlas. El que habla del fin del arte a lo mejor ha muerto para él y es posible que no tenga ningún sentido, lo que me extraña es que siga hablando de eso cuando ya no tiene ningún sentido. Cuando Marcel Duchamp dijo que para él el arte había muerto no volvió a pintar, y no volvió a hablar de ello. Se dedicó a jugar al ajedrez, entonces realmente para él había muerto y no tenía ningún interés. Pero si insistes es porque algo todavía tendrá; me parece una de forma de entretenerse…pero poco mas.

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