lunes, 7 de febrero de 2011

Murmullos de Buey

1.

Mil fumadores se esconden  esta noche en la niebla.
Magnífica, sin deseo,
apareces suplicando.
 
Implacable te descalzo por verte morir de frío.


2.

Un viento frágil riza tu pelo en un rojo de luciérnagas.
Mi instinto y tu voz en vuelo raso

paso a paso.


3.

Curaba sus ojos de animal moreno,
pidiendo calma  con la muerte a cuestas.

Que no te muevas,
que no se donde pongo la yema de los dedos,

qué guapo eres por dentro
mi amor.

Él hacía que se caía, para besarse

cogidos por la nuca.


4.

No llores más princesa.

De nada sirvieron el coche robado,
y mi pistola falsa.

Ni el ritmo sucio de tus zapatos rojos.

Anda, ven conmigo bajo tu falda.


5.

Busco en tus ojos bocas por los pasos de cebra.

Bocas borrachas de brasa y jazmín.

Redobles de pasión que abrasen mis mejillas.


6.

Bailaba sin tetas,
la mulata azul de los ojos
como pozos de cieno.

Bailaba coqueta, sin saber cuanto.

Como el humo en el sueño de un marino.
Como una flor violent.

Caliente como el mar, con lunares en las piernas.

Y su recuerdo es música y miedo.


7.

Nunca tan puta,
que vestida para el steptease.

Nunca tan tierna,
que en cólera para calmarte.

Nunca tan cierta,
que lejos para soñarte.


8. 

La negra del bikini púrpura,
se dejaba lamer por el caño de luz
de las linternas.

Y se enjuagaba el deseo
en un manantial oscuro 
de las afueras.


9.

Se miran a la boca con ganas carcelarias.

Y vuelven al baile dóciles,

con un lánguido,
con un cálido cansancio,
y un peso en el ritmo,

que fatalmente se desboca.


10.

Párpados pastosos de amantes decrépitas
quiebran el amanecer.

Saciados los pechos rojos, relamen la voz,

el sexo peinado.

Y sobre la calma  reposa el destino.


11.

Hay en tu nombre
un beso de azufre que sabe a sal.

Y sin olvidar tanta costumbre,
  
noto sucia la vida cuando apareces.






12. 

Sí pudiera asegurar
que tienes un cuerpo previsto.

Sí  acudieras hasta mi, sedienta

Sí por algún azar
te tornaras tangible y concreta.

Darías un cierto descanso
a mi confuso sistema de amor.


13.

Por sorpresa amé a quien no conocía

Por sorpresa conocí a quien no amaba.

Por sorpresa me siento solo.


14.

Se desliza un río de formas gandulas
sin pulso

Gotas de luz, huyen por las paredes
como filtros de arena

Se me instala cerca el oscuro
como el fragor de un rugir espeso

Un paisaje de nombres desfila entre sombras

Lo percibo todo, todo.



15.

Con la inercia atroz de un paquebote solo,

inmenso,     lento,     destruido.

Vuelto en sí como una espiral absurda
que no alcanza a encontrar su centro.

Ajeno al instinto, y sin embargo
sensible a un rumor de espejos.

Se descarga hasta sentir
el peso de los errores
que no pudo olvidar.


16.

Se deslizó a un abismo cotidiano
Golpeó  el centro del vacío,  buscando un cuerpo.

Cayó lento, ajeno a la gravedad,

En un trayecto que anuncia nada.

Ansiando un confort de silencios.

 
17.
Una casa en ruinas,
sin puertas ni ventanas,

del mismo color que el polvo pardo que la cimienta.

El techo hundido en su lado izquierdo
y el interior

de un terciopelo rojo, limpio 
y muy intenso.

  
18.

Un ritmo opaco entretiene 
al verdugo y su amante.

Un ritmo
que ahuyenta
un fragor de conciencias.



19.

Con la mirada fija en un cuerpo perplejo
y el efecto breve del último eco:

Deslumbrante es
la pérdida de la súplica.



20.

La sangre es tan negra
en blanco y negro.

Los ojos tan grandes como bocas,

la boca tan roja como sangre.


21.

Brillan los coches por las calles oscuras.

Un sordo recorre las teclas de un piano.

Un verdor de desastre me anima el corazón.


22.

Que venga el lugar primigenio
y sus males y sus bienes.

Que venga el sentir diáfano
y el miedo y el asombro.

Que venga el oscuro irremediable
y la sed y el agua.

Que venga el ojo diestro
y la mano imprescindible.

Que venga el silencio.


23.

Un día todo habrá sido un sueño, mi amor.
Y al despertar sabremos:

Que esa humedad incierta no era tuya mi amor,

Sino del ardor de azufre
de una estrella de invierno.

Que el calor narcótico no era mío, mi amor,

Sino del viento que corre
en la cima de luz que habitamos.

Que nada es tuyo ni mío mi amor,

Sino de ese sueño que al fin acabó.


24.

Tanto acechar al enemigo
que un día vendría a separarnos.

No corregimos  esa manera  de acostumbrarnos,
que cargaba día a día
las minas de la discordia.




 25.

Compartíamos una curiosidad instintiva
por el conocimiento superficial 
de las pasiones.

Pero con la llegada de la música
empezó el fracaso
de la palabra.



26.




Vestida de miedo bajaste la escalera.

Al son de un calypso                         
hacia el patio de luces.

Categóricamente, estallaron tus besos
                
En un quebrar de algas 
que instaló el silencio.


27. 

Dos heridos se besan
anunciando un nuevo fallo:

El sol aumenta
el riesgo de la orientación.

Próximo está el otoño.


28.

A veces oigo una campana
pero estoy en el desierto

A veces me moja la lluvia
pero estoy en el desierto


29.
 
Solo, 
como un fa de trompeta sobre
un campo de trigo

Oculto, 
como el azufre en la melancolía

Eterno, 
como la lluvia que brilla roja 
esta mañana


23.
 
Anoche soñé contigo

Soné que te engañaba.




AGUA

¡Hombre al agua! 

dije viendo como el taxi la llevaba al horizonte.

En la estrepitosa soledad resonaron mis palabras 

como el rumor de una tormenta lejana.

Un magma húmedo de peces y medusas
inundó mi boca 
en forma de llanto.

AIRE

Del sur soplaba la brisa caliente de su risa de loca.
El vestido de lino reptaba sobre sus pechos 
Su pelo, bandera voluptuosa azotaba sus labios metiendose en su boca.
En un instante cambió el viento, 
y sin explicación
un huracán de ojos me expulsaron del paraíso.



FUEGO

Soñé palacios en llamas
La gran danza ígnea nutria sus ojos de azufre.
En medio del rojo un ciego cantaba:
“No dejéis salir el fuego”
“No dejéis que el fuego entre”
Cuando despertó, bajo mis pies descalzos
sentí los pechos calientes 
de una diosa.

TIERRA

Labré con mimo infligiendo la herida necesaria. 
Con la mano trazé surcos sobre su piel de historias,
Buscando hondo la humedad que hace fértil la mirada.
Acababé en un beso, 
para que aquel paisaje 
tuviera en un instante 
todo lo necesario.




Febrero 2004

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