Amanece rojo sobre el lomo de la serpiente de plata.
Incomat fluye contra corriente, convocando desde el Indico
tres tiburones blancos que vienen a comerse el gran virus.
Un gallo prieto sobre el viejo John Deere
repica la luz miel de la mañana.
Despierta, princesa de la noche.
Anda sobre el polvo oxido de África.
Anda, sobre la vertical que soporta tu eterna cesta de camaraos.
Anda con todos los que andan,
tras el rastro de todos los andantes.
Bajo los árboles de la llanura se abren las sombras
que acogen los puestos rasantes del mercado.
La geometría de una pirámide de tomates
oculta la Venus fértil de ébano,
Nokia vibra entre sus grandes pechos.
Los artistas de la vanguardia digital apoyan el culo
sobre un manto de arena caliente.
Ya sabes, el jardín está lleno de espinas …
Mancha tu gran papel inmaculado, poeta.
Deja que fluya la tinta al capricho del viento y el agua.
Fecúndala con la tierra que abona las guindillas y labra un recuerdo de azufre.
Intenta coger el tiempo sin quemarte, poeta.
Inténtalo, poeta.
Incomat se ha vuelto hacia el océano.
La flores flotantes bajan en remolino,
adornando la cabeza indomable de los adolescentes.
Desde el kiosco John Lennon canta “Rocky Raccoon”
con una pianola y una Laurentina fría en la mano.
El sol brilla sobre el marfil de las bocas, los cuerpos danzan
y se multiplican en una estrafalaria celebración de la vida.
¡Rock & roll, África eres y en África te convertirás ¡
Tras las hogueras de hierba fresca aún luce el sol.
Los colegiales se impregnan del humo denso que los protege.
Veloces corren sobre la risa, tras la risa, con la risa,
pisando la cobra ciega que duerme en la maleza.
Mosquitos suicidas zumban
sobre los latidos gasóleos del Batalao
mientras pasan los últimos Toyotas entre las vacas,
rumbo a Macaneta.
La nana de la malaria suena en el ritmo de las timbilas.
Un paquebote de luces surca el horizonte de dunas.
La noche avanza soplando entre las tinieblas.
Ainda Marracuene, ainda.
Marracuene, Mozambique. Marzo de 2007
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